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martes, 7 de febrero de 2012

Pasos que se mueven con fe y tradición (Parte II)

Por: Miguel Rentería
El cansancio se hace notar en los feligreses.
El camino es largo, tan sólo van diez kilómetros recorridos y los feligreses empiezan a cansarse, los niños principian a ver el final de sus energías y a agotarse, unas energías que al inicio se veían interminables.
“Lo bueno que ya llegamos a la Estancia y aquí podremos comprar unas botellas de agua y descansar un poco”, dijo Doña Victoria Hernández.
Al llegar a la Estancia la familia Vera Hernández se prepara para descansar debajo de los árboles que están por las orillas de la carretera, y lo bueno es que sí estaba la tiendita abierta para comprar agua.
En la comunidad de la Estancia los alcanza otra familia. Edmundo López hizo la primera caminata este año, tal parece que viene de Escuinapa, Sinaloa, a pagar una manda por uno de sus hijos que se enfermó de dengue hemorrágico en los días de lluvia.
“Parece mentira que esto le pase a uno, no cabe duda que la fe y el poder de una virgen tan chiquita haga estos milagros tan maravillosos, como es la curación de una enfermedad tan fuerte”, comentó sorprendido Edmundo López”.
Momentos más tarde, las familias continúan el camino, subidas, bajadas, es la Sierra Madre Occidental que les marca el trayecto, situado el municipio de Huajicori a una altura de 60 metros y enclavado entre los cerros Sapo Grande, a 2,180 metros sobre el nivel del mar; El Toloache, a 2,060; y Cajones, a 1,880.
“Tal parece que no vamos a llegar a pie, porque ya me están saliendo ampollas en los pies, pero tengo que llegar, ya estoy aquí”, dice Juan Carlos preocupado.
Al llegar al pueblo de Pachecos sólo faltan cerca de 3 kilómetros para arribar a la cabecera municipal de Huajicori. Las mujeres del lugar junto a sus chiquillos exclaman la venta de refrescos y aprovechan la muchedumbre para ganarse unos pesos.
Porque esta temporada de lluvias no fueron suficientes para poder sacar unos granos de maíz, los cultivos que se hicieron no llegaron a dar los frutos y los que llegaron no fueron bastantes para mantener a tantas familias huajicorenses, siendo la demanda muy alta en el consumo del grano.
“Ahora ni el maíz nos dio abasto, porque no logramos sacar ni la pastura para el ganado; la Jamaica que cosechamos ahí la vamos vendiendo para medio comer y el gobierno nos ha ayudado, pero no es suficiente”, comentó una de las vendedoras del lugar.

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